sábado, 10 de octubre de 2009

Las metáforas del mundo on line (1)


Wikiquote: http://es.wikiquote.org/wiki/Edgar_Morin 
El origen de mi blog: nuevos modos de comunicación

Primera advertencia: Podríamos decir que este "diario" que no será diario, proviene de dos capas: un génesis y un periodo episódico, al conjunto de ambos revestimientos le llamaré sustrato; este trabajo que empezó como ensayo es producto también de una amable invitación de Marco Levario para una versión impresa de la revista etcétera, y, en consecuencia, con un número de caracteres dentro de razonables límites editoriales, pero la propuesta me desbordó en dos dimensiones: la espacial y la temporal. Por supuesto que del sustrato hay aspectos, e incluso párrafos, rescatables, pero cuando menos cuenta me di, descubrí que la mejor salida para reflexionar sobre las nuevas formas de comunicación que estamos experimentado es por medio de la red, porque a ella me referiré desde mi experiencia práctica, mis hallazgos documentales (on-line en el 80% de los casos) y desde el debate que se está dando o necesita multiplicarse en varias facetas a propósito del mundo on-line, en lo sucesivo mundo en línea.

Segunda advertencia: Si se me pidiera una recomendación de lectura para estas reflexiones, podría decir: imprímalas conforme vayan apareciendo y en otro momento siga los vínculos que le resulten interesantes. Hay algunos que me parecen imprescindibles y recomendaré al final de la serie, pero se trata de sugerencias. Esta serie tiene aspiraciones materialistas y por lo tanto un dispositivo sugerido: el papel, pero su presencia es binaria y la materia prima de su discusión es la red, por lo que también se puede leer lineal o multisecuencialmente en pantalla, las hay muy cómodas, aunque la mayoría siguen siendo un estorbo cuando estamos frente a trabajos de largo aliento. La liberación de dispositivos de lectura digitales está atravesada por dos frentes que por supuesto se cruzan: ideología y mercado, pero de esos obstáculos y de los dispositivos actuales con relativos márgenes de comodidad (portabilidad y cualidades isópticas similares al papel) hablaré más adelante.

Tercera advertencia: además de materia prima conceptual, hay materia prima articulante: el texto. A partir del mismo iré, en otros momentos y probablemente en otros contextos, enriqueciéndolo con otras posibilidades de articulación que me permitan no sólo ensayar con otros lenguajes complementarios al textual, sino vinculándolo a otras miradas, a propósito del mundo en línea, menos superficiales o técnicas como las que ahora dominan en la discusión de un fenómeno que pocos dudan en calificar como lo que es: complejo, aunque para otros es maravilloso y para otros un fardo, técnicamente inasible, hay que decirlo. Lo cierto es que desde esa complejidad, reconozco que me divierte como enano escribir y experimentar con nuevas posibilidades comunicativas. Por esa motivación lúdica, el humor tampoco estará exento en algunas de mis observaciones y mucho menos las referencias a cómo pensaba antes y después, cómo trabajaba antes y cómo lo hago ahora, y cómo, probablemente, lo haré en el futuro.

Cuarta advertencia: en este tejido de nodos (entendido el nodo como la unidad sensible de un documento –completo o fraccionado- de carácter textual, visual, auditivo o multimedia enlazado a otros contenidos semánticos en línea) me descubrí también como sujeto experimental del fenómeno que observo. Es decir, me asumo como observador crítico de un fenómeno y me contemplo como parte del mismo. Está condición no es exclusiva. De tal suerte que ser crítico de una serie de hechos conectados, ser parte de esa secuencia múltiple y no ser el único con el mismo propósito crítico, son tres condiciones que podrían acercarnos a entender por qué, en los últimos años, se habla de la complejidad de los fenómenos a los que debemos enfocarnos para entender el mundo, y por qué, cada día se revalora más el pensamiento de Morin. Por cierto, cada vez me resulta más claro que es un error pensar que las palabras más autorizadas para hablar de la red tengan que provenir de los “expertos”, sean estos ingenieros en computación, charlatanes serios que abundan en este reino binario aportando conceptos huecos importados, con toda su vacuidad, de los bajos fondos del marketing y nuevos usuarios (en el desarrollo de productos y aplicaciones digitales), considerados hoy como la generación Web 2.0. (más las que se sigan acumulando), que desde antes de ser destetados establecieron una amplia relación con juguetes que emitían respuesta y muchos de ellos permitían la interacción.

Quinta advertencia: Yo fui víctima de la inutilidad y el refinamiento de algunos juguetes analógicos eléctricos completamente idiotas. En cambio ahora hay una muy buena oferta que permite amplias posibilidades que, dicen los instructivos, “facilitan el aprendizaje”. En México, quienes nacimos en los sesenta y setenta y tuvimos la fortuna de no formar parte de la brecha digital por factores socieconómicos, nos acercamos a la red de manera gradual y consciente. Algunos tuvimos incursiones previas fuera de línea desde mediados de los ochenta en computadoras de pantallas verdes o ambarinas con el Windows y el MSDOS como conceptos separados. Desde C, había que cambiarnos al subdirectorio de Windows y después teclar la abreviatura del programa executable. De hecho, muchas tareas había que hacerlas de preferencia desde el DOS. Esa gradualidad a la que en los noventa se agregó una primitiva conectividad a un costo muy alto (que por lo visto sigue siendo la norma en nuestro país), penetró en los trabajos, los hogares, hasta que de pronto, empezamos a asumir el mundo en línea de manera intuitiva y realizando cada vez más tareas dentro o fuera de él pero en entornos digitales en los que pantallas, teclados y ratones se convirtieron en extrañas prótesis de nuestros cuerpos, tan indispensables como el lápiz, los periódicos y los libros. Ello explica la razón por la que mis hijas, y los hijos de muchos compañeros generacionales, tuvieron acceso a la semántica digital desde antes de que aprendieran a decir papá o mamá. ¿Acaso porque algunos de estos padres se dieron de topes ante un fenómeno tan complejo como el que les tocó atravesar entre los dispositivos anológicos y los digitales? Y eso que parece bueno, que parece tener bondades didácticas y lúdicas, se enfrenta ahora a voces de alarma que alertan de los peligros de la sobre estimulación en los niños y que la digitalidad sin duda facilita. Mi hija de secundaria, a quien llamaré mi Xaman, porque ha sido brújula en varios aspectos semánticos de mis incursiones en red, en medio de encuentros y desencuentros a propósito del mundo en línea y en los que asoman aspectos de la brecha digital en su vertiente generacional, me ha permitido, a veces al calor de ciertas discusiones, ser crítico de algunos usos que observo en la red. 

Tiene razón Villoro cuando escribe de la existencia de zombis a partir de una metáfora establecida con los usuarios, en este caso adolescentes, conectados a la banda ancha. De tal suerte que el registro evolutivo (¿o mutante?) de mi propia experiencia comunicativa puede seguirse también como la bitácora de un autodidacta del mundo en línea con ciertas facilidades para entender su funcionamiento. Reconocerme como un zombi de tiempo parcial (Gubern acuña un término clásico en su Eros electrónico, el homo informaticus) que mantiene una relación dialéctica con el mundo material a diferencia de los zombis de tiempo completo que están sumergidos en atmósferas policromáticas, me da otra visión diferente a la de los “expertos”. Algunas de estas diferencias se hallan muy bien representadas por los cartones de Randy Glasbergen, quien aborda con sentido crítico y humorístico varios aspectos del mundo contemporáneo, y, entre ellos, la comunicación en línea y la brecha digital. Los entornos creados a partir de la digitalidad como la nueva plaza pública, la educación a distancia, el homo informaticus y lo que se ha dado en llamar redes “sociales”, cargan el peso de muchos kilobytes impregnados de una variada gama de signos ideológicos. Estas líneas pretenden reflexionar también sobre los paraísos digitales con los que somos acosados dentro y fuera de línea.

Sexta advertencia: el número de agosto de etcétera, le dedica un buen espacio en celulosa y binario a las miradas sobre la red. Tres impresiones obtuve tras su lectura: hay ideas coincidentes o complementarias a las mías, como las expresadas por Alfonso Gumucio-Dragon en su ensayo: ¿Hay democracia en la red?; hay otras que vale la pena recuperar y ni siquiera se me habían ocurrido y otras, acaso las menos, que sencillamente no comparto.

Séptima advertencia: no por obvia, me parece necesario formularla: la materia prima articulante de los trabajos publicados por la revista fue el texto, y, en todos los casos, afortunadamente, se superó la barrera de los 140 caracteres, ciertamente funcionales, y, a veces excesivos, en otros entornos de red como Twiter. No sólo eso, después de circular en formato impreso, se cargaron los ensayos en la red donde incluso se trasladó el debate.

Continuará...
Nota: El contenido de estas páginas puede utilizarse en otros contextos siempre y cuando se cite al autor, se vincule la dirección si se trata de entornos de red o se cite la fuente cuando se trate de otros formatos. David Gutiérrez Fuentes.

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